La miel de eucalipto destaca por su color oscuro, su sabor amaderado y su característico olor balsámico que tan bien combina con infusiones y bebidas calientes. Y es que las flores de eucalipto aportan a esta miel un sinfín de propiedades balsámicas, antisépticas, expectorantes y antiinflamatorias, muy apreciadas para tratar afecciones del aparato respiratorio, regular el tránsito intestinal, facilitar la digestión o prevenir dolencias del sistema urinario.
Sus características expectorantes y balsámicas convierten a esta miel en un importante remedio natural para tratar la tos, el asma, la bronquitis y otros síntomas relacionados con el resfriado y la gripe, como la congestión nasal, el picor de garganta o el exceso de mucosidad. Este poder balsámico y expectorante se ve multiplicado si diluimos unas cucharadas de esta miel en leche caliente o en una infusión de menta, limón o eucalipto, sobre todo por las noches antes de ir a la cama. También puede consumirse como tratamiento preventivo incluyéndola como edulcorante en platos, postres, yogures, bebidas, etc. Y es que tomar una cucharada de esta miel por la mañana y otra por la noche puede ayudar a reducir de manera notable el riesgo de sufrir este tipo de dolencias respiratorias.
La miel de eucalipto también posee propiedades antiinflamatorias y antisépticas que ayudan a prevenir enfermedades del aparato urinario, sobre todo la nefritis, las piedras de riñón o la cistitis. Además, es rica en vitaminas A, C, D, B1, B2, B3, B5 y B6, así como en minerales y oligoelementos como el potasio, el fósforo, el magnesio, el hierro, el cobre, el calcio o el manganeso. La miel de eucalipto también ayuda a asimilar la leche y a la absorción del calcio, por lo que contribuye al fortalecimiento y crecimiento de los huesos. Asimismo, regulariza el tránsito intestinal y calma tanto el dolor como la hinchazón por sus propiedades antiinflamatorias.