El anís es probablemente la hierba medicinal más antigua utilizada en el mundo. Son conocidas sus propiedades digestivas, muy utilizadas para combatir las flatulencias y el mal aliento, aunque sus semillas tienen propiedades curativas menos conocidas por la mayoría de los consumidores. Y es que compuestos aromáticos como el anetol o el estragol estimulan todo el organismo, lo protegen de infecciones, tonifican el corazón, regulan el ciclo menstrual y activan las neuronas y el sistema nervioso.
El anís, como decíamos antes, es muy reconocido por los consumidores por su acción carminativa, digestiva, aperitiva y tonificante, que combate las flatulencias e impide que se produzcan putrefacciones intestinales causantes del mal aliento. Pero esta semilla también sirve para calmar el asma, el hipo o la tos, ya que ayuda a los bronquios a liberar mucosidades.
Para las mujeres el beneficio es doble, ya que no sólo regula el ciclo menstrual, como comentábamos al principio, sino que también ayuda a incrementar la producción de leche durante la lactancia. Además, el propio bebé puede beneficiarse de sus propiedades digestivas, ya que se elimina a través de la leche. Gracias a ello estos bebés sufren menos gases intestinales y cólicos del lactante.
Lo normal es consumir el anís en forma de infusión. Basta con tomar una taza al día para estimular las funciones digestivas, mientras que en el caso de flatulencias se recomienda hervir apenas media cucharadita durante 2 o 3 minutos y tomar la preparación bien caliente. Si lo que se necesita es aumentar la orina, lo recomendable es preparar un litro de agua hirviendo con ocho gramos de anís y consumirlo a lo largo del día. Para incrementar el flujo de leche se recomienda hervir durante media hora una cucharada de semillas en un litro de agua y tomar la preparación en tres tazas a lo largo del día.