La pimienta blanca en grano es una alternativa ideal para aquellas personas que prefieren dar a sus platos un toque picante pero con un sabor más suave y delicado que el de la pimienta negra. Además, permite aderezar salsas, cremas y otras preparaciones sin teñirlas de negro. Al margen de sus cualidades culinarias, muy apreciadas en países como Francia o Japón, la pimienta blanca es un gran remedio contra multitud de enfermedades gracias a sus beneficios para la salud. De hecho contiene una mayor proporción de piperina que la pimienta negra, un componente que no sólo le otorga su excelente sabor, sino que también puede bloquear la formación de nuevas células de grasa y reducir el nivel de grasa en la sangre.
Al igual que otras variedades de pimienta, la blanca también ayuda a realizar la digestión, ya que estimula la secreción de jugos gástricos como el ácido clorhídrico. Gracias a ello es un remedio contra las digestiones pesadas, los gases, la hinchazón de vientre o las molestias flatulencias. También contiene fibra dietética que regula el tránsito intestinal, combate el estreñimiento y ayuda a controlar la obesidad. Al mismo tiempo, la pimienta blanca es rica en sustancias diaforéticas, que estimulan la sudoración y son altamente diuréticas. Esto ayuda a estimular la orina, a regular los líquidos del organismo y a eliminar toxinas.
La pimienta blanca en grano es rica en calcio, hierro, proteínas, potasio, yodo, zinc, magnesio o vitaminas de los grupos A, B, C, D y K. Por todo ello, este ingrediente es bueno para la salud de los huesos y para prevenir la anemia ferropénica o por falta de hierro. Además, es muy útil para las personas que realizan esfuerzos físicos y para aquéllas que quieren controlar los niveles de azúcar, reducir el colesterol o prevenir el cáncer de colon.